Nuestra percepción interna del cuerpo influye en nuestra relación con el trabajo, el espacio, el tiempo, las personas de nuestro entorno, la manera de vestir, el lenguaje, la alimentación o la sexualidad. Cada vez más se va aceptando la idea de que, así como la mente y su estructura emocional determinan la forma y la salud de nuestro cuerpo, del mismo modo nuestra organización física influye en nuestro pensamiento y nuestras emociones. Esta obra nos invita a no limitar sólo a la mente nuestra capacidad de pensamiento y de elaboración de la realidad, sino a que concedamos a nuestro cuerpo el poder de pensar.