El masaje es algo tan antiguo como el mundo. Es la experiencia primordial del tacto que, por desgracia, fue
descuidada en el Occidente más puritano hasta no hace mucho. Hoy, inspiradas en las técnicas tradicionales de la
antigua China y el mundo clásico, estas prácticas resurgen con fuerza para implantarse en nuestro ámbito cotidiano.
Mediante el tacto podemos conocernos mejor a nosotros mismos y a quienes nos dan o reciben un masaje. Y podemos
establecer comunicaciones expresivas, profundas y desinteresadas con todos ellos. Con placer, y sin riesgo, todo el
mundo puede aprender y aplicar las técnicas más elementales.