¿Hay algo más opuesto que los números y las historias de ficción? Los números son abstractos, seguros y eternos, pero a la mayoría de las personas les parecen fríos e inertes. Las buenas historias están llenas de vida: nos involucran emocionalmente, aportan matices. . ., pero carecen de rigor y sus posibles verdades siempre son escurridizas y objeto de polémica. Se diría que para comprender el mundo que nos rodea, los números y las historias son métodos casi incompatibles.
Érase una vez un número nos descubre que las historias y los números no son tan diferentes como cabría imaginar y que en realidad están relacionados de un modo sutil y fascinante. Los conceptos de lógica y probabilidad surgieron de intuiciones sobre el funcionamiento de determinadas historias, y los lógicos de hoy en día se dedican a conjeturar posibles maneras de afrontar situaciones reales a partir de métodos matemáticos. Incluso la teoría de la complejidad enfoca las cadenas numéricas y las cadenas narrativas de manera parecida.
En las páginas de Érase una vez un número, John Allen Paulos tiende un puente entre las dos culturas con su peculiar estilo ingenioso y desenfadado. Además de lúcidos resúmenes sobre la más actual teoría de la información, el lector encontrará por ejemplo, entre chistes y anécdotas divertidas, instrucciones para organizar el mastodóntico timo de la pirámide, una disparatada conversación entre Groucho Marx y Bertrand Russell o explicaciones de por qué la forma de expresarse del terrorista apodado «Unabomber» revela su elevada preparación matemática y de por qué es mucho más probable sentirse ofendido que ofensor.