La cinta de Escher, de Abel Pohulanik, ganó el XIX Premio La sonrisa vertical en febrero de 1997.
Un gigoló, un atractivo joven que cambia sexo por dinero en las calles de Barcelona, siente de pronto que su cinismo empieza a resquebrajarse. La inerte entrega de una clienta, Carelia M., que lo contrata cada domingo, va excitándole más allá de lo que le exige su trabajo de prostituto. Pero la atracción se convertirá en extrañeza y más tarde en terror cuando, la mañana en que arde el Liceo de Barcelona, los periódicos comunican la muerte de Carelia, con quien estuvo la noche anterior.
Y el protagonista, que jamás se ha preguntado por el erotismo de los demás ni por el suyo propio, debe ahora plantearse éste y otros interrogantes. ¿Qué significa el misterioso dibujo impreso en el sobre que contenía el dinero para pagar sus servicios ? ¿Qué tenía que ver él con la desafiante pasividad de esa clienta ?
Poco se imagina la trama insólita —hecha de engaño y placer— en la que se verá envuelto y que lo arrastrará, como un juguete sexual, de Barcelona a Madrid, Valencia y Venecia, ciudades en las que intentará desentrañar un enigma relacionado con los cuadros de C.M. Escher. Así como son tres los giros del nudo dibujado por Escher, las trilogías y simetrías parecen perseguir al gígolo. A través de varios episodios desconcertantes —cargados de una insistente sensualidad tan deseable como peligrosa— descubrirá las múltiples posibilidades del erotismo, hasta ese momento desconocido para él. Por fin, un último encuentro decidirá su destino.