Este teatro, realista y simbólico a la vez, sitúa en primer término los problemas del individuo y encierra al mismo tiempo una significación social. Tiene siempre en cuenta la importancia infinita del caso singular, según la formulación de los investigadores de El Tragaluz. Sus personajes son seres humanos concretos, complejos, nunca de una pieza ni meros sustentadores de una idea. Puede considerarse, en tal sentido, éste como un teatro psicológico. Por otra parte, el personaje bueriano tiene que afrontar y resolver, como individuo, una problemática moral que es de naturaleza social.