En este libro se aborda el estudio de la vida cotidiana de los regidores madrileños y su quehacer al frente del gobierno municipal, en un período de vital importancia para Madrid, entre el establecimiento de la capitalidad por Felipe II y su instauración definitiva tras el fallido intento de trasladarla a Valladolid en 1601.
Utilizando un amplio repertorio de fuentes, en especial los protocolos notariales y las actas capitulares, su autora analiza con minuciosidad la composición social de la elite que dirige la Villa y Corte, su participación en las tareas de gobierno y el sistema de acceso a los oficios municipales, interesándose además por las relaciones de parentesco que establecen, las viviendas, la cultura y la actitud que adoptan ante la muerte.
En un mundo donde la estima social se mide a través de la riqueza y los honores, estos hombres, procedentes de la nobleza media y baja, de origen oscuro a veces, muchos de ellos burócratas, procuran enaltecer sus linajes por cuantos medios tienen a su alcance, entre los que sobresalen las alianzas matrimoniales, los lazos de amistad y la adquisición de bienes suntuarios, cuya propiedad contribuye también al reconocimiento de su nobleza. A este afán dedicaron casi todas sus energías y su dinero, pero el esfuerzo merecía la pena entonces, aunque el tiempo, al fin, borrase su memoria de la historia.