La deformación subjetiva que imprime a los hechos, así como el carácter onírico de sus escenas, ha motivado que se le clasifique dentro del expresionismo y que se le vincule también con el surrealismo. Expresa la desorientación metafísica del hombre de nuestro tiempo y la angustia de la destrucción de la persona por un sistema social absurdo, y que, sin embargo, debe asumir el individuo.