El Libro de Buen Amor es claro exponente de una cultura que no es plenamente humanista, pero que ya ha dejado de ser totalmente teocéntrica. (...) Considerado como poeta, el Arcipreste se levanta a inmensa altura, no sólo sobre los ingenios de su siglo, sino sobre todos los de la Edad Media española.(...) Quien lee de punta a cabo el Libro de buen amor, sin ideas preconcebidas, advierte inmediatamente que lo esencial de la obra está constituido por dos cuerpos de relatos independientes, pero que tienen, cada cual por su lado, una unidad de concepción y de desarrollo muy acusada.