El eslogan «Volver a pensar la educación» quiere ser la expresión de una necesidad imperiosa para todas aquellas personas relacionadas de distinta forma con las ideas y prácticas educativas que se sienten inseguras desde un punto de vista intelectual, ético y práctico en un mundo cambiante. Personas que no pueden disponer de referentes claros acerca de las formas de desarrollo científico y cultural de los pueblos, de modelos sociales con los que sentirse comprometidas y al servicio de los cuales poner un proyecto educativo coherente. La perplejidad y la incertidumbre son el resultado de apreciar un mundo que muestra cada vez con más crudeza ciertos rasgos de irracionalidad, de desigualdad entre grupos e individuos, así como una injusta distribución de todos los bienes, incluida la educación. Muy diversas circunstancias hacen imprescindible hoy una reflexión sobre la realidad educativa y los fundamentos que le proporcionan sus justificaciones racionales y éticas. ¿En qué consiste lo que puede ser conocimiento relevante en la sociedad actual? ¿Cuáles son los valores que se deben difundir? ¿Qué competencias conviene estimular en ciudadanas y ciudadanos para que puedan participar en un mundo que, cada vez más, tiende a ocultarles los mecanismos que explican su funcionamiento, restándoles posibilidades de consciencia y de participación comprometida y creadora? ¿Qué modelo de institución puede facilitar mejor un renovado proyecto educativo? ¿Qué prácticas son coherentes con esas pretensiones? Estas son algunas de las preguntas que no tienen hoy fácil réspuesta ya las que intentan responder estos dos volúmenes. Pocas veces en una misma obra se han unido tantas voces ofreciendo materiales inéditos y puntos de vista renovados.