Cuando, hace algunos años, Sherry Turkle publicó su libro The Second Self: Computers and the Human Spirit, hoy en día un clásico en la materia, nadie podía imaginar aún el espectacular cambio que iba a producirse en la forma en que concebimos y utilizamos los ordenadores. Ya no damos "órdenes" a la máquina, sino que dialogamos, navegamos con ella, surcando mundos simulados y creando realidades virtuales. Y, además, el poder psicológico que posee el ordenador ya no se limita a la interacción persona-máquina, sino que se ha ampliado a un gran número de redes a través de las cuales podemos interactuar, hablar, intercambiar ideas y sentimientos e incluso asumir personalidades de nuestra propia creación.
Éste no es, pues, un libro sobre ordenadores, sino sobre la gente y la reevaluación de sus identidades en la era de Internet, sobre nuestra implicación informática en nuevas formas de pensar acerca de la evolución, las relaciones, la política, el sexo y el yo. Y lo que acaba emergiendo, según Turkle, es un nuevo sentido de la identidad humana, descentrado y múltiple, que a su vez sirve para describir las últimas tendencias del diseño informático, de la inteligencia artificial y de las experiencias de la gente en ciertos entornos virtuales: el ordenador, en fin, como profeta del posmodernismo en la tierra.